Tuesday, December 9, 2008

Thoughts on España invisible

In my very first blog entry, I discussed my intentions of writing for the benefit of Dra. Bartlett’s Spanish class at Furman and relating my posts to Azorín’s essay La España invisible. I am ashamed to say that I think I’ve done a fairly rotten job of including valuable cultural insights on Spain, and instead have focused more on my borderline-OCD detailed event-recording style (a fault of mine that I will probably always be working to overcome). With that said, I wanted to write a brief entry for those Furmanites who are wrapping up their semester, cranking out papers, and cramming for final exams.

En tres meses, he visto la multiplicidad de España que se describe Azorín y yo creo que continuaré descubrir la parte invisible por la duración de mi estancia aquí. Es cierto que el paisaje es distinto y cada región tiene una forma diferente que otra. Por ejemplo, Andalucía es cubierta con colas de olivas; la llanura de Castilla es coloreada amarillo y gris y la tierra se cambia sutilmente entre los campos suaves y los llenos de hierba; los cerros del norte en el País Vasco son fértiles, lugares donde las ovejas se engordan en la vegetación exuberante; la costa de San Sebastián es un paraíso relejado para los que se escapan la conmoción del capital. Además, otro ejemplos de la diversificación de lo que se ve son la arquitectura árabe en el sur, el diseño de Arte Nuevo que se adornan los edificios en San Sebastián, los pueblos de madera y piedra como Segovia que existen en modestia y tradición. España “es muy viejecita,” escribe Azorín. “¡Sí…Sí!” respondo. Las calles estrechas y serpenteadas de Toledo, las castillas situadas encima de los cerros más altos, y las tejas rojas de los techos en los pueblitos son ejemplos de las cositas que emitan un sentido una nostalgia, una antigüedad, y un orgullo que crean en el alma española.

Al viajero nuevo, es fácil para ver esta multiplicidad y las especialidades de cada región en España. Sin embargo, estoy de acuerdo con Azorín y su reconocimiento del hecho que el paisaje española no es tan maravilloso o tan impresionante o tan diverso como en América. Por eso, es muy importante que el viajero busque lo esencial y lo espiritual de España. Yo creo que los edificios, las estatuas, los palacios, y las plazas son imágenes concretas y físicas de la mentalidad española. Para ser española, hay que tener un orgullo en su región, en su lengua, en su tradición, en su comida, y en sus tradiciones. Seguro que éste puede ser dicho por todos pero yo veo una resistencia a cambia y el progreso, quizás excluyendo el capital de Madrid. Como los palacios y las estatuas, me parece que la mentalidad de la gente y el gobierno son helados y basados en ideas tradicionales, tan denso y reservado como mármol. Como los edificios en Toledo, lo nuevo está al lado de lo antiguo. Como me dijo Alejandra (mi compañera colombiana de piso), “los españoles son difíciles y alegres. Les gusta disfrutar y celebrar la vida pero hacen difíciles las cosas. Son enrollados.” Quizás la manera enrollada es una metáfora perfecta para capturar la España invisible.

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